domingo, 4 de marzo de 2012

(Obra investigativa) El Rey de los Campos de Cuba del libro Inedito "El trono de las siete leguas"


Capitulo 1
      
Manuel García, el famoso hombre de armas en mano que  se echó a la manigua y fue injuriado por muchos y considerado un héroe por algunos y por otros un bandolero y respetado por todos los anteriores,  que incurrió en los errores propios de andar en lucha contra el colonialismo y cosas propias de andar en la manigua, que fue secuestrador de hacendados y hombres de dinero, y que llegara  a  ser  “El Rey de los campos de Cuba”, nació en la finca Guayacán del Estante de Alacranes (Matanzas) un día primero de Febrero de 1851,  bautizado en la Iglesia  parroquial de San Fráncico de Paula de Alacranes, bajo el nombre de Manuel Hermenegildo García Ponce, de padres canarios, Don Vicente García y Doña María Isabel Ponce, quienes poseían algunas parcelas de tierra en el Cuartón de Alacranes. Su padre, Vicente García, muere cuando este era un adolescente y su madre contrajo matrimonio poco tiempo después con un hombre de carácter violento, José García Gallardo. Aunque no hay datos específicos sobre cuánto tiempo después se relocalizo la familia en Quivicán (La Habana), se conoce que el joven encontró a su padrastro abusando físicamente de su madre, algunos datos consultados refieren un altercado en el que Manuel macheteo en el acto a su padrastro, otras consultas aseguran que el joven Manuel juró que tomaría venganza y esperó un tiempo prudencial, lo cierto es  que hubo un encarnizado enfrentamiento  y solo a pedido de Doña María, su madre,  retuvo Manuel su mano para no darle muerte.  Otra versión apuntan que Manuel García se arrojó al la manigua después de un enfrentamiento que sostuvo una mañana de Mayo de 1877 cuando fue sorprendido por una pareja de la Guardia Civil conduciendo una yunta de bueyes robada por los predios del hato de Güiro de Boñigal, en Quivicán.
—Alto paisano – gritó la guardia.
 -¿Y esos bueyes son suyos? a verlos salir por una abertura de un cerca de alambras con la bestias tomadas del narigón.
-Son una encomienda del dueño de la finca  La Jaima…aquí tengo los papeles.  Este para entretener a los guardias, rebuscaba en los bolsillos de su pantalón unos documentos que no tenía, se cuenta que miró a los descuidados guardias fatigados de la jornada que tendían la vista por la extensión de una sabana de cañas, con las  manos caídas sobre el cañón del rifle de reglamento marca Remington, uno de ellos se secaba el copioso sudor de la frente; el otro sorbía un cigarro dejando apoyado el cañón del arma sobre el costado del cuerpo, Manuel García desenvainó el machete y de un solo tajo dejó fuera de combate a uno de los guardias  y se lanzó sobre el otro que ni siquiera tuvo tiempo de repeler la agresión. Esta versión nunca fue confirmada y aunque da detalles demasiados específicos y descriptivos del enfrentamiento y de la pose de los guardias, olvida mencionar el nombre de los guardias, por lo que no se puede desmentir ni corroborar. Hay otras versiones que aseguran que Manuel  abofeteó a un alcalde y por eso huyó a la manigua,  lo cierto es que por una razón u otra, el joven Manuel García que recibió en Quivican una educación docente elemental y aprendió a montar a caballo con una maestría innata, (se dice que saltaba de las bestias en marcha y volvía a la silla con la misma agilidad que la había abandonado) a los 22 años de edad contrajo matrimonio en la Iglesia parroquial de Quivicán con una joven que  conoció en el poblado de Buenaventura, Rosario Vázquez, de 23 años de edad y natural de La Salud. Poco después se echó a la manigua,  participando en contiendas en el área central de Cuba de Las Villas y en Matanzas, en 1878 al terminarse la guerra de diez años se encontraba en el área de Matanzas,  así lo corroboran algunos datos recogidos en la prensa de la época. Viajó a Cayo Hueso, La Florida, en 1885 donde siguió conspirando con los independentistas asentados en el Cayo y fue de oficio tabaquero en la tabaquería de Eduardo Hidalgo Gato e integró el Club Patriótico Cubano justo a Juan Fernández Ruz  y Martín Delgado,  finalmente,  furtivo entró a Cuba  para convertirse en poco tiempo en el temido Rey de los campos de Cuba.


Capitulo 2
                 


En el año 1878, después del Pacto del Zanjón, actuaban en las cercanía de la ciudad de Matanzas,  Perico Torres, cuyas filas formaban, Perico Hernández, Félix Jiménez, Lengue Romero y  otros doce o catorce hombres fuera de la ley, que pertenecían anteriormente al grupo de Carlos Agüero,  a ese grupo logró unirse Manuel García. Penetraban estos a menudo en la ciudad y sostenían encuentros con la fuerza pública. Manuel García en compañía de Lengue y Félix Jiménez tomó parte en las acciones de más resonancia realizadas por entonces, acciones que recogía la prensa con pintorescos detalles. 
En la Plaza de Armas, una noche de retreta y frente a los balcones donde se hallaba asomado el Gobernador Militar de la provincia de Matanzas, Sr. Acosta y Albear, tocaba una banda militar enfilando los instrumentos  hacia los balcones de Palacio y se hallaba acomodado sobre los mecedores de maple de la calle, el Inspector de Policía, Castro Gamó junto a otros, de pronto suenan varias detonaciones de revólver y cae del mecedor muerto el Sr. Castro Gamó.  
Habían entrado a caballo en la Plaza unos hombres que accedieron a ella por la calle Contreras, estos eran: Perico Torres, Félix Jiménez, Perico Hernández, Gallo Sosa y Manuel García. Acto seguido a los disparos se marcharon  a toda velocidad,  a caballo, tomando la calle Libertad para ir  a doblar en Dos de Mayo y meterse por la Plaza de la Verdura, de allí a la Calzada de San Luis y  de ahí al campo libre. En el mencionado suceso la prensa dijo que resultó también herido en una pierna el Sr. Arredondo  que estaba de espectador y  Perico Torres unos de los asaltantes. Las crónicas periodísticas de la época solo mencionan los disparos efectuados por los hombres que entraron a la ciudad, pero no explican como resultó herido de bala Perico Torres. Hechos como estos eran reflejados casi a diario por la prensa, y la imagen del bandolerismo continuaba creciendo y tomando forma por toda la Isla y fue en el sector rural donde más se acentuó el mito sobre estos hombres. Siete años más tarde, en 1985,  Manuel García salió de cuba junto a su esposa radicándose en Cayo Hueso (Key West-.Florida) como ya contamos anteriormente. 
El  día 6 de Septiembre de 1887, en una expedición organizada por el brigadier Juan Fernández Ruz, quien se encontraba en Cayo Hueso  envía a  unos hombres como vanguardia de una posterior expedición, desembarcando estos  por Puerto Escondido (Bacunayagua), venían entre ellos, Manuel García, Beriben Quiebra-Hacha, Lengue Romero, Gallo Sosa. Como a las once de la noche del 9 de Septiembre, se presentaron tres hombres en la orilla derecha del río Yumurí (Versalles-Matanzas), próximos al Puente de La Concordia. En esa orilla del Yumurí estaba un bote acabado de atracar  que tripulaba un señor de constitución gruesa de apodo El Griego. Uno de los desconocidos, se adelantó al mismo borde de la barca y dirigiéndose al hombre que ya estaba listo para saltar a tierra, le dijo:
—No saltes: un viaje y se pagará bien.
El hombre  pretendió excusarse, pero ya tenía tres hombres a bordo, sin darle tiempo a reaccionar, preguntó:
— ¿A dónde vamos?
—A Punta Sabanilla—respondió el que parecía dirigir la expedición.
El bote salió por la desembocadura del rio a la oscura bahía rumbo a Punta Sabanilla.
Durante el embarque, presenciaba el abordaje un guardia fuera de servicio que se encontraba justo sobre el puente de La Concordia, y este  vio a uno de los recién llegados doblarse sobre el muelle para desatar el  cabo del bote, dejando visible la empuñadura de un arma que portaba debajo de la leva, notó también que los hombres andaban con sospechosa prisa y miraban en todas direcciones, por lo que se dirigió a la Jefatura de Policía de Gobierno, informando de lo sucedido al jefe de policía, Casimiro Fernández. La noticia del desembarco de aquellos hombres procedentes de los Cayos se sabía tres días antes en toda la Isla por haberse publicado algunos detalles en la prensa.
El  jefe de Policía, Casimiro Fernández, se dirigió a Versalles  acompañado de dos guardias y tomando un bote cerca del puente, trató alcanzar la embarcación, que le llevaba gran ventaja. Cuando llegó a Punta Sabanilla,  ya El Griego se preparaba a dar la vuelta de regreso a Matanzas, el jefe de Policía detuvo el bote e hizo un reconocimiento en el terreno, tomó nota de la dirección que pudieran haber tomado los hombres y trasmitió un parte al gobierno civil, indicándole que dispusieran y embarcaran una sección de la Guardia Civil, con orden de dirigirse a Punta Sabanilla y se quedó apostado con un guardia en la oscuridad. Se dieron las órdenes una vez recibido el parte y fue enviado en el remolcador Don Juan, propiedad de La Casa Bea Bellido y Campo, veinticinco guardias civiles para Punta Sabanilla, salieron también el jefe de Gobierno Civil Sr. Goróstegui y su secretario, y  Gonzalo Montalvo y Mantilla-Conde de Macurijes.
Casi simultáneamente a lo sucedido en Punta Sabanilla,  se produjo un encuentro  en los montes del Potrero Saladrigas, con el  otro grupo de procedente de Cayo Hueso que al parecer se habían fraccionado.  El día 10 de Septiembre, un verdadero cuerpo del ejército rodeaba el lugar, acampados en los puntos denominados Loma del Indio, sitio de la Tres Ceibas y tienda La Lata. Mandaba las fuerzas de infantería el Teniente Coronel Bailen y hacían vigilancia y emboscadas secciones de la Guardia Civil y del segundo Escuadrón de Caballería de la Reina. También había entre ellos fuerza de la policía.
Tuvieron informes a las siete de la mañana, que fuerzas de Infantería de Caballería y Guardia Civil acababan de tener un encuentro, dirigiéndose todos precipitadamente con su fuerza al lugar del hecho y estableciendo por orden del Capitán de la Guardia Civil,  una emboscada. A la una de la tarde ordenaron recorrer todo el monteEra un cordón continúo de emboscadas, cubierto un frente por la Caballería del Escuadrón de la Reina, sin que diera resultado la minuciosa  búsqueda. El  Domingo 11, una  pareja de guardia conformada por Segundo Puerto Zaldón y Remigio Cuesta, dio el alto a un hombre que vieron tirado de bruces en la tierra sacando agua en un sombrero de jipijapa de un arroyo que por allí corría, este respondió descargando su revólver  e hicieron fuego simultáneamente los militares, el hombre  resulto muerto de dos balazos. Era Beriben (Quiebra Hacha) recién llegado de Cayo Hueso en la expedición.
En  la tarde del día 11, llegó a las puertas de la Cárcel de Matanzas  en unas parihuelas de la reparación del ferro-carril, el cadáver de Quiebra Hacha, sobre el cual se publicó un artículo y un retrato a lápiz en el Correo de Matanzas, por el periodista Enrique Valderrama. Junto al rastrillo fue identificado el cadáver, de treinta y seis años, de gruesa barba y vestía pantalón de dril cazador,  guayabera blanca, sombrero de jipijapa y zapatos gruesos de becerro, con suelas salientes. El cadáver presentaba una herida de machete en el lado derecho de la frente, un tiro de rifle en la parte media del brazo derecho y una herida de bala mortal en el costado derecho, presentando además una contusión sobre el ojo izquierdo. Mucha gente  acudió toda la tarde a contemplar el cuerpo de Quiebra Hacha. 
Un tiempo después de la expedición, los planes del brigadier Juan Fernández Ruz se retrasan por consejos de José Martí reflejados en cartas a Juan Fernández Ruz sobre lo prematuro de una expedición…“prepárese, pero no para hoy, porque no tiene derecho de exponerse a perecer sin fruto uno de los que con más justicia está llamado mañana a guiar”. Este suceso dio inicio al mito que llegaría a ser Manuel García.

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