miércoles, 2 de noviembre de 2011

Choteo a lo cubano.

Ah, los tiempo eran otros para el choteo, pero vale la pena desenterrar aquella debatida polémica en Bohemia con José Lezama Lima en 1949 donde Mañach se burla con mesurada ética hasta del color de la portada del poemario La fijeza editado por Orígenes (1).
Fernando Ortiz y  Jorge Mañach estarían contradictoriamente interesados en estudiar  la comunidad (blogosfera) cubana de la época. Ciento veinte años después aun se práctica el Choteo que azotó inclusive al mismísimo José Martí cuando en 1891 se refirió a la práctica heredada en los cubanos asentados en Cayo Hueso (2).
Jorge Mañach relataba en “Indagaciones del choteo” (3), la calidez con que fue recibido al llegar en 1913  a La Habana. Un grito de un extremo a otro de la calle podía dar la impresión de haberte trasladado a  otro espacio, un golpe en el hombro te adentraba a la familiaridad y por consiguiente a la crítica mordaz atípica del insular.
El “choteo” alcanza los orígenes de la literatura cubana en “Espejo de paciencia”, y se extiende en los artículos de Buenaventura Pascual y Ferrer, pasando por las cartas de Del Monte, Saco, El Lugareño, Ramón Meza en la narrativa y a Fray Candil en la crítica, la música de Ñico Saquito y “El Guayabero” (Faustino Oramas), las decimas del "Profesor Espinosa" (Ramón Espinosa), Chanito Isidrón y Rigoberto Rizo, entre otros.
Si se le pregunta a un “cubano de a pie” que entiende por choteo, te dará una explicación simplista pero acertada, dirá: “no tomar nada en serio”… “tirarlo todo al relajo”.  Las interpretaciones simples de cualquier asunto a veces arrojan mas mesura que las conclusiones elaboradas. Digamos, para resumirlo, que alguien se desmalla en la calle y cae de bruces contra el pavimento en presencia tuya, de seguro te provocara a primera estancia una risa, acto seguido te ofreces a vendarlo, y si es preciso le haces una sopa y llevas hasta el frente de su casa, y finalmente terminaras muerto de la risa haciéndole el cuento a tus amigos, eso es “Choteo Cubano”, nada premeditado o mal intencionado, más bien inspiracional  y voluntarioso. Creo que la gran mayoría de los lectores nos gustaría eliminar el anonimato pero es producto de la era electrónica que vivimos y nada diferente del “rumor” o “balbuceo de barra” de los tiempos de Mañach y Lezama. Para que no pierdas el hígado en el intento por erradicarlo, digámoslo de manera simple  y a lo cubano: "relájate y goza".

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