Migdalia Rodríguez (NIÑA), 66 años después, en su distante casa de Miami recuerda a Perico en el bar Veinte de Mayo, propiedad de su esposo, Alberico Beitra, con la misma simpatía que lo recuerda Santa Cruz del Norte -“a ese chivo lo conocía el pueblo entero, bebía cerveza y le daban comida en los negocios”. Hay una foto de Perico de 1945, sobre el mostrador del mencionado bar, que sin dudas le ha otorgado residencia permanente en la memoria de nuestro pueblo. Perico gustaba de las mujeres, bebía licor y no comía yerba, convirtiéndose así en toda una fábula. Muchas historias como esta han quedado en los pueblos y algunas han alcanzado la literatura como son los casos de "Rucio" de Sancho en Don Quijote de la Mancha, “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez. Muy conocidos en Cuba son el Burro Bainoa y el de Mayabe; pero sin dudas, el más célebre de las historias populares
cubanas es la del burro Perico de Santa Clara.
En 1920 nace El Burro Perico en una finca de Santa Clara llamada “Los Pachecos” y en su edad adulta fue vendido al comerciante villaclareño Bienvenido Pérez Lea quien construyó para él un establo en Cerro Caldo, contiguo a su negocio, “Botellería de Lea”. El burro cargó botellas por muchos años y se ganó el cariño de todos hasta que el negocio se volvió grande y un camión fue su reemplazo. Bienvenido Pérez cedió el borrico en préstamo a su primo Eusebio para vender jugos, todo iba bien hasta que cayó un trueno cuando este vendía su producto frente a la estación de trenes y el burro salió corriendo y destrozó el carretón y rompió las botellas de melao en medio de la calle y soltó la piedra de hielo, en fin, no paró el burro hasta que llegó a Cerro Caldo donde su dueño, quien no quiso devolverlo y decidió darle una vida holgada por el resto de sus días, por lo que andaba por las calle de Santa Clara sin otros menesteres que hacer reír a los que le pasaban la mano por las orejas y este en recompensa rebuznaba. De tanta popularidad gozaba el burro que un dramaturgo villaclareño le dio un papel en una obra de teatro y llegó a abrir los paseos del carnaval y hasta ganar el premio por la mejor carroza.
No todos lo miraban con agrado, el alcalde Artiles le parecía ridículo aquel burro en plena época de elecciones bajo un árbol del parque donde se refugiaba en las tardes de mucho sol y mandó a un guardia de la policía, que era nuevo, a sacarlo y este, le habló, lo haló, lo empujó, quiso cargarlo y nada y finalmente la emprendió a bicherasos y el pueblo entero le cayó encima al guardia con escobas palos, piedra y cuanta cosa encontraban al paso. Después de este suceso quedo demostrado que hasta el burro Perico era más popular que Artiles y alguien puso un letrero que decía “NO VOTEN POR ARTILES ....VOTEN POR PERICO”.
Perico murió un 26 de febrero de 1947 en su establo de la calle de San Cristóbal y Maceo, de la loma del Cerro Calvo. Los niños crearon una comisión e hicieron una esquela que repartieron por la ciudad y recaudaron dinero para las coronas (Ver Foto). Fue enterrado al día siguiente a las cinco de la tarde al lado de su corral. Cuando la ultima palada de tierra cubrió su cuerpo, y las coronas y flores vistieron su tumba, el entonces senador de la República Elio Fileno de Cárdenas en representación del pueblo de Santa Clara y del gobierno, despidió el duelo. Los periódicos y la radio cubana recogieron el suceso y hasta el diario The New York Time publicó la noticia bajo el título de "Perico has died" (Perico ha muerto).
El pueblo de Santa Clara lo mantiene vivo en la memoria y en una gran escultura han perpetuado su insigne figura. Algún día también tendremos que hacerle justicia al Perico nuestro, al “Chivo perico”, haciéndole una escultura en Santa Cruz del Norte, yo voto a favor.
Ad Guerra/ Enero 29, 2011
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