No es nuestro ni lo deja de ser. (El puente de Bacunayagua) de Bacunayagua.

Si el municipio Santa Cruz del Norte no colindara con “mi Matanzas”, ni los uniera un puente como el Bacunayagua, tal vez mi manera de soñar con Cuba fuera fragmentada en dos ciudades, pero tengo la dicha de haber aprendido los secretos del risco mirando romper las olas contra las paredes de la bahía del pueblo que llamé mi casa por muchos años y se bien que de la piedra dura nace la arena y por lo tanto, un grano de arena de mi pueblo (Santa Cruz) bien pudiera rodar hasta Varadero, o la Florida, y amparado en esa teoría poco cuesta ser de todas partes, como es el caso del Bacunayagua que no es de Matanzas ni de La Habana (Mayabeque), sino de ambos.

La construcción del puente de Bacunayagua estuvo a cargo de un selecto grupo de ingenieros cubanos dirigidos por Luis Sáenz Duplace con la compañía Saénz, Cancio y Martín (SACMAG), quien había recién terminado el Edificio Focsa en la ciudad de La Habana en 1956. El acople estructural del mismo estuvo a cargo de José (Don Pimpo) Hernández, quien fuera una de las glorias de la ingeniería civil cubana. El puente fue diseñado con el novedoso sistema Melan que consiste en reforzamiento de acero y revestimiento de hormigón, también llamado “Arcos de suspensión” y este método es inventiva del ingeniero australiano Josef Melan, basado en este concepto se han construidos los más grandes puentes del mundo.

La construcción comenzó en 1956 y se culmino el 26 de septiembre de 1959. Tiene una longitud total de 313.5 metros y unos 110 pies de altura, lo que constituía todo un reto para la época. En 1956 en Cuba solo existían grúas con capacidad para 30 toneladas y las dos partes que formaban el arco central pesaban 47 toneladas cada una, los ingenieros idearon suspender entonces ambos extremos y atándolos con cuerdas se fue dejando desplazar la estructura hasta que el punto de unión hizo contacto con la ayuda de multiples camiones cargados de arena que suspendian el peso. La decisión fue extremadamente riesgosa pero dio el resultado esperado, uniendo los 114 metros del arco a la masa rocosa. Se utilizaron más de 9000 metros cúbicos de hormigón y el costo total alcanzo los 2 millones de pesos. El puente de Bacunayagua está enclavado sobre la caprichosa gruta de dos montana por donde hubo un rio en las faldas del Yumurí y es considerado una de Las siete maravillas de la ingeniería civil cubana.