Como a todo cubano me apasiona la pelota y cuando un cubano hace una juagada espectacular, si estoy en casa, grito y me sirvo un trago, y si estoy en el estadio, codeo al que ocupa la silla contigua y le digo “he is cuban” y lo repito tanta veces como buenas jugadas haga, al extremo que nada tengo que decir cuando las juagadas continúan cayendo, ellos mismos repiten con asento irónico “he is cuban”. El primer hispano en grandes ligas que llego a una serie mundial fue un cubano, Adolfo Luque 1914,"The pride of Havana" (El orgullo de la Habana), juguando inicialmente con los teams; Bravos de Boston, el Cincinnati Reds y los Yankee's, ganando en 1923 el galardón de mejor picher de la temporada y después un desfile interminable de la islita de las cuatro letras. Muchos peloteros memorables han llegado a las grandes y otros no, lo cierto es que Cuba tuvo y tiene magníficos jugadores dentro y fuera de la isla y negar cualquiera de las partes seria como negar a Cuba. Al menos yo cuando escucho el nombre de un cubano por los altavoces, vivo. La pelota es pasión y para pasión, los cubanos. Este tema es producto de extrema polémica, por lo que prefiero referirme a dos figuras de nuestra región, Santa Cruz del Norte, sin otra intensión que honrar a los nuestros.
Pedro "Natilla" Jiménez, esa gloria cimera de la pelota cubana y miembro del Cuban Hall of Fame, quien gozo de los mejores reconocimientos en vida por su labor, creció repartiendo comida de cantina a los trabajadores del central Hershey y fue descubierto por Joaquín Viego, manager del Hershey Sports Club, quien le dio la oportunidad de su vida. El apodo Natilla fue tomado de su padre, quien se comió una gran cantidad de natilla durante un descarrilamiento de tren, por lo que gano el singular apodo de “Natillon”.
"Natilla" Jiménez se convirtió de la noche a la mañana en uno de los grandes lanzadores cubanos del béisbol amateur y gano para Cuba su primer juego en las entonces llamadas Series Mundiales, en ocasión de jugarse en La Habana su segunda edición, en 1939. "Natilla", quien en sus días de atleta pesaba 200 libras y tenia seis pies de estatura, ganó 79 juegos y perdió 25 con Los Azucareros de Hershey, a los que condujo al título de la Unión Atlética Amateur de Cuba entre los años 1937 y 1939. Tirador de brazo fuerte, tenía una excelente velocidad y una curva única que soltaba por arriba del brazo. En el año 39 resultó líder de los lanzadores con tres y cero y un promedio de 0,95 carreras limpias. Su única derrota en aquellos clásicos la sufrió en 1943 a raíz de la muerte su hija, año en que fue designado el jugador más valioso. Pedro "Natilla" Jiménez dirigió en tres Series Nacionales a la selección Orientales. Colaboró algún tiempo en Pinar del Río y Las Villas. Acompaño a las selecciones Cuba que ganaron los campeonatos mundiales de República Dominicana 1969, Maracaibo 1970, y La Habana 1971, así como en los Juegos Centroamericanos de Panamá 1970, los Juegos Panamericanos de Cali 1971, y en varios torneos por invitación. Lanzadores del prestigio de Braudilio Vinente y José Antonio Huelga, entre otros grandes, le recordaron siempre como "Maestro y compañero fiel…"
Mi antecesor, Fermín Guerra, decía de su amigo y compañero de equipo, Pedro Natilla Jiménez: “Natilla sin un trago no es Natilla” y llevado en ese arrastre bohemio y poseyendo una insuficiencia renal crónica, "Natilla" falleció en el hospital Camilo Cienfuegos, de la capital, el 8 de marzo de 1979, a los 61 años de edad, su cadaver fue expuesto en el Museo Deportivo de Santa Cruz del Norte, donde vivió sus últimos años y se le dio un adiós de héroe.
Humberto Rodríguez Hernández, otra gloria del Baseball cubano, nació el 06 de diciembre de 1922 a solo dos kilometro de Hershey en el campo de la cercanía de Río Blanco y fue El primer árbitro Latinoamericano de Grandes Ligas.
Debutó como árbitro en el estadio Tropical en 1938, junto a esa gloria del arbitraje que fue Amado Maestri, allí dio inicio a su larga carrera de arbitraje de 42 años. Participó en 16 Series del Caribe representando a Cuba y Venezuela. Fue instructor en España e Italia. Rodríguez trabajó en la Liga Invernal de Nicaragua. Debutó en la Liga Mexicana en 1958; y en 1962 empezó a arbitrar en Venezuela donde trabajó durante 16 temporadas. En 1966 llegó a las Ligas Menores y más adelante arbitró partidos en la Liga de la Toronja hasta que fue llamado a Las Grandes Ligas en 1974.
Humberto Rodríguez Hernández ha sido exaltado a varios Salones de la Fama, en Cuba, México, Miami, Nueva York, Washington y en el Pabellón de las Series del Caribe. En el salón mexicano hay una leyenda que se refiere a su trabajo y reza: “La disciplina que imponía en el terreno de juego y la precisión en sus decisiones le valieron la admiración, respeto y reconocimiento de sus compañeros, directivos, jugadores, cronistas y fanáticos”.
En el año 1982 se retira de su servicio profecional como árbitro y se refugia en la tranquila ciudad de Vera Cruz (México) donde fallece en octubre de 2008.
Pedro "Natilla" Jiménez y Humberto Rodríguez Hernández, dos razones más para estar orgullosos de Santa Cruz del Norte.
Habana team- 1945
1) Fila de atrás de Izquierda a derecha: Alfredo Suarez, Salvador Hernandez, Juan Montero, Terris McDuffie, Pedro "Natilla" Jimenez, Raul Navarro, Dick Sisler, Miguel Gonzalez, Julio Rojo, Fred Martin, Art Rebel, Lou Klein, Luis Navarro.
2) Fila al frente de izquierda a derecha: Saguita Hernandez, Rogelio Linares, Antonio Ordenana, Carlos Blanco, Yuyo Acosta, Manuel "Chino" Hidalgo, Rene Monteagudo, Lazaro Medina, Cecil Kaiser, Heberto Blanco, Pedro Formental, Cocaina Garcia.
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