Bendecidos nosotros que tenemos el mar y una montaña de fondo para el acompañamiento de la belleza y la mezcla del Havana Club contra la nostalgia y playas con nombres de mujer como Rosada, Chipiona, Rotilla, Jibacoa y la corriente mansa de “los jardines de Hershey”, dichosos nosotros que éramos los turista antes de que llegaran los turistas. Bendecidos nosotros que tuvimos un central modelo con un nombre que sigue siendo grande, Hershey y un tren eléctrico que era la envidia de toda Cuba, nosotros que tuvimos al capitán Natalio Sanabria, primer prefecto de Santa Cruz del Norte, y soldados valerosos del Ejército Libertador como Dionisio Campoalegre y Clemente Bacallao, un compositor y músico como Antonio María Romeu “El Mago de las Teclas” que nos nació de Jibacoa, y Joaquín Fabián de Aenlle y Monjiotti, científico jibacoense también y Decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de La Habana, fundador de la primera Academia de Ciencias de Cuba, maestro de José Martí en el colegio San Pablo. Orgullosos de un pelotero de lujo como Natilla Jiménez, un poeta como Ángel Pou, los pintores Radames y Mina Pérez, un escultor como Yiyo Montenegro, los acordes de la orquesta Monterrey de Manolito Somodevilla. Dichosos nosotros que tuvimos descendientes que nos dieron tradiciones (El 3 de mayo de 1714 se celebro por primera vez lo que después llego a ser tradición conocida como “La Cruz de Mayo”) valores, nombre, porque antes de llamarnos Cuartón de Santa Cruz del Norte de la Sierra por allá por 1691 nos llamábamos “Jijira”. Bendecidos nosotros que tuvimos la dulzura de los “pirulíes” con premio de Sofía y personajes como “Acha” La Gatera, Paquito pudin (El millón), Rubirosa Cabeza de Cherna, Saranda, La Juria, Elmer el de la verruga, Cusunga, Tato"la botella''' y Pedrito los barrenderos, los barberos Chamaco y Mingo, El Ñaña, un Cheo Molina, El cochero Pancho Maravilla, Julián el Loco y Manin, Moña (dame cable) y un bodeguero Campeón (¿campeón de qué?), borrachos como Chochongo, Cundengue, Camarín y Pablo Picúa que nada tuvo que ver con Pablo Picasso y otros muchos que ustedes nombraran en sus comentarios. Dichosos nosotros que el capricho de la piedra dura nos dio El Peñón del Fraile de regalo y cavernas bajo tierra como queriéndonos decir que la belleza no es solo la visible sino la oculta, y de la belleza oculta nos vino la bondad de su gente que en otro tiempo dormía con las puertas abiertas y sus vecinos traspasaban los patios sin cercas y tomaban café en cualquier casa cuando éramos una familia grande atada con la cuerda fina del amor a aquel retazo de bahía que nos había tocado como morada. Bendecido nosotros que tenemos los hombres de mar que tenemos, con sus pieles curtidas y las mujeres más hermosas de Cuba, sobre todo las que trabajaban en la Ronera que vestían en los 80's muy a lo cubano de 1800, ¡que orgullo!, con sallas de muchos vuelos, mujeres que tenían las medidas perfecta, cinturas reducidas, senos monstruosos, caderas y piernas torneadas en la configuración misma de las botellas del Havana Club y aquella sonrisa amplia cuando traspasaban el pontón de salida. Bendecidos nosotros por todas estas cosas.
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