lunes, 31 de octubre de 2011
En temporada de la muerte de mi madre
Yo tenía los ojos en esa foto de niño
como los ojos vidriosos de un toro entristecido,
como solo en la tierra tenía yo los ojos
en esa foto en la que mi madre clavó dos alfileres
con la finísima delicadeza de una campesina;
que queriendo huir se quedó allí cuidando mi alma tanto tiempo
que envejeció sin cambiar sus prendas interiores,
como animal atado a un árbol envejeció mi madre,
yo la miraba con los ojos vidriosos de haber llorado mucho,
sola como una baliza olvidada en medio de las aguas.
Yo le tejí un vestido oscuro para su viudez
y lloré con ella sin saber a quién
por los muerto de la casa,
en la casa donde no había muerto gente alguna,
yo le leí Job Treinta y ella tornó su cara hacia la luz y se fue yendo
como una niña de regreso a casa
con los ojos vidriosos de haber llorado mucho.
Yo he llorado a mi madre
y ciertamente he llorado al que tuvo un día duro por igual,
una vida dura,
le he llorado públicamente como un hombre,
como un hijo enfermo,
mas ella andaba como buscando alguien o algo
olvidado en la vasta región de su memoria,
no me miró, no me maldijo o dijo nada
y entró riendo para siempre en los cuartos interiores de la muerte.
De: Cazadores de la sombra del ave.
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Uno de los mejores poemas que he leido.
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarTe escribe Pablo de los Santos. Hermoso poema. Me hizo recordar la muerte de mi madre, siempre tan sacrificada y a quien tuve la oportunidad de servir en sus últimos días. Sigue publicando cosas así y no te olvides de las décimas, jajaja.
ResponderEliminarMi hermano que profundo esta obra, se me raja el pecho, y me recuerda en mi infancia, cuando lloraba solo por pensar que un dia moriria mi madre o mi padre.
ResponderEliminarSaludos,
Tu hermano, Norberto D.