Tengo
que admitir que estar rodeado de buena conversación es el mejor de los
pasa-tiempos del hombre. En una de las conversaciones de sillón que
sostengo con un pequeño grupo de amigos que nos reunimos en Cuban Crafter Cigar de la calle 7 y la 37 avenida de Miami, llegan historias como esta
que realmente hacen de la conversación todo una búsqueda fructífera y aleccionadora.
El
caso de Carl Tanzler gira en torno a un suceso macabro que bien parece sacado
de una leyenda urbana, aunque en realidad esta historia es verídica. Carl Tanzler uso muchos nombres, Conde Carl Von Cosel sería uno de
los más conocidos, junto a Tanzler. En su certificado de matrimonio alemán
firmó con el nombre de Georg Karl Tänzler.
Tanzler
nació en 1877 en Dresden, Alemania y se mudó a Zephyrhills, Florida,
en 1927. Pronto se sumaron a él su esposa y dos hijas.
Después consiguió un trabajo de radiologista en el Hospital para
Marines de Estados Unidos en Key West que lo contrató para atender la
sección de enfermos de tuberculosis, enfermedad mortal en los 1930’s. Muchos de
los conocidos de Tanzler en Key West eran sus pacientes. Decía saber
curar múltiples enfermedades con técnicas no comprobadas. Siempre
mencionó sus títulos y calificaciones que nunca pudieron ser demostrados.
Estos
delirios de grandeza lo llevaron a decir que siendo niño fue visitado por el
espíritu de un ancestro, la Condesa Anna Constantia Von Cosel, de la cuál Tanzel empezó a adoptar su apellido (no hay prueba de
familiaridad entre ambos). Esta aparición le enseñó visiones sobre una
exótica belleza, de negros cabellos que sería el amor de su vida.
Aunque
estaba casado y con hijos, Tanzler creyó haber encontrado su “amor-visión”
cuando conoció a María Elena Milagro “Helen” de Hoyos en abril de 1930, la
hermosa hija de un tabaquero cubano asentado en Cayo Hueso con residencia en
1228 Watson St. Elena era una paciente de tuberculosis de 22 años y había sido
modelo en Key West. Tanzler se esmeró en sanar a Elena a toda costa, y su
desesperada familia accedió a que la tratase con sus métodos poco ortodoxos que
no habían sido probados en nadie con anterioridad. Estos consistían desde hierbas
medicinales hasta tratamientos de rayos X que le administraba en un laboratorio
no menos sorprendente, en el fuselaje de un avión abandonado que se encontraba
en los terrenos del Hospital Militar de Key West. De esta manera, Tanzler
empezó a profesar un amor enfermo hacia Elena, a la cual agasajaba con
regalos y atención, aunque sus remedios médicos no la rescataban de la
enfermedad y sus amores no eran correspondidos por la joven.
A
pesar de sus obsesivos esfuerzos, Elena murió el 25 de Octubre de 1931.
Tanzler con el pretexto de que las aguas subterráneas contaminarían el cuerpo
de la fallecida, construyó un mausoleo elevado del suelo del que solo
él tendría llaves, donde descansaría el cuerpo. Con el permiso de la
familia trasladó el cuerpo y comenzó a visitar a Elena cada
noche. La familia de Elena había confiado en él la vida de su hija, y
conociendo lo mucho que hizo por ella en vida, no vieron nada extraño en sus
visitas a la tumba. Durante los siguientes dos años se sentó junto a Elena
todas las noches, manteniendo largas conversaciones con su cadáver.
Incluso llegó a instalar un teléfono para poder comunicarse con ella,
según cuentan algunas anécdotas populares. Tanzler manifestó que el fantasma de
Elena le visitaba de forma regular, pidiéndole que retirase el cuerpo de su
tumba, e hizo el primer intento de traslado, el cual fue frustrado por el
enterrador Nonie Sawyer. En este caso rompió la entrada del nicho para
aparentar que había sido saqueada. Finalmente en 1933, trasladó el cuerpo
de Elena a su casa.
Cada
noche tocaba canciones en el órgano para ella, mientras el proceso de
descomposición continuaba. Usó cuerdas de piano para mantener sus huesos
juntos, en un intento de conservar su esqueleto. Cuando sus ojos se pudrieron,
los sustituyó por ojos de cristal. Su piel podrida fue cayendo, y mientras
pasaba, Tanzler fue reemplazándola con una composición que había creado,
mezclando terciopelo, cera y yeso. Llenó su estómago y pecho con trapos
para conservar su forma y usó sus mismos cabellos para fabricarle una
peluca. Le instaló un tubo metálico en la vagina envuelto en seda y tenía
relaciones sexuales con la muerta. Esta evidencia no fue registradas en los
primeros informes cuando el caso salió a la luz sino hasta 1940 cuando
habían pasaron 30 años del incidente.
En
1940, nueve años después de la muerte de Elena, su hermana oyó rumores que
Tanzler hacia compras de vestidos de mujer y perfumes y que unos muchachos
lo vieron danzando con la muerta a través de la venta. Florinda Nana (hermana
de Elena) fue a visitarlo y le exigió que abriera el mausoleo de Elena
para ver si su cuerpo estaba reposando aun allí, Tanzler le dijo "que no
era necesario" y la subió a la segunda planta de su casa donde
encontró el cuerpo de Elena vestida con ropas finas. Nana dio parte a las
autoridades de Key West que arrestaron a Tanzler y se le sometió a un
examen psiquiátrico, donde se le encontró capaz de enfrentarse a un juicio
por el cargo de haber “destruido una tumba y haber profanado el cuerpo sin autorización
de forma malintencionada”. Aun así, el estatuto de limitaciones para los
crímenes contra tumbas había expirado en su caso, por lo que nunca fue
castigado. A raíz del arresto de Tanzler, este tomó notable popularidad,
se dice que unas prostitutas pagaron una fianza de 1000 dólares por él,
otros aseguran que la familia de Benny y Lydia Fernández
fueron los que pagaron la fianza. La historia fue cubierta por
los medios, sorprendentemente mucha gente lo consideró un romántico
excéntrico.
El
cuerpo de Elena Hoyos fue examinado por médicos y patólogos, y mostrado al
público en la Funeraria López del 417 Bahamas St, 6 mil personas acudieron a su
exposición y finalmente se enterró en una localización secreta, donde
permanece aún.
Después
de esto, se dice que Tanzler hizo destruir el mausoleo de “Helen” como él le
llamaba a María Elena Milagros Hoyos y se trasladó a
Pasco-Zephyrhills, Florida, comunidad cercana a Tampa donde tenía su
ex-esposa Doris, y donde recibió la ciudadanía de EU en 1950 bajo el nombre
de Carl Tanzler. Allí escribió una autobiografía que apareció en
la revista de fantasía y ciencia ficción, “Aventuras fantásticas”, en 1947. No
se trataba de algo ficticio, aunque Tanzler había perdido el cuerpo de Elena,
la historia continuó.
Usando
una mascarilla, creó una efigie que exhibía por 10 centavos en
su residencia de Zephyrhills. Como hecho curioso Tanzler murió el 13 de
Agosto de 1952 y fue encontrado en el piso de su residencia con la efigie de
Elena en sus brazos.
De
esta historia nació el poema del Venezolano Carlos Borges “Boda Negra” (controversial esto también porque hay mucha polémica
sobre el autor), que después llegó a ser canción
en la voz de Julio Jaramillo y María Teresa Vera, en entre otros, y que se
conoce popularmente como “Bodas Negras” (en plural).
Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca:
era un amante a quien por suerte impía
su dulce bien, le arrebató la parca.
Hay
exhibiciones de Tanzler y Elena en los museos Ripley’s Believe It or Not museum, así como en la Galería de arte
Martello y el Museo de Historia, ambos en Key West, Florida. Recientemente
Tom Swicewood publicó el libro “Von Cosel” que recoge la historia en detalles y que recomiendo leer.
La canción en
voz de Julio Jaramillo
Oh wow! Que articulo tan espeluznante y al mismo tiempo, interesante Ad!
ResponderEliminar¡Me alegro lo compartieras!
Un abrazo
D
Gracias por dar conocer la coneccion de Bodas Negras con la historia Ad.
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