domingo, 12 de junio de 2011

La Macorina



Macorina, la primera mujer que tuvo licencia de manejar en Cuba, solo tenía 25 años de edad, en la época ese derecho estaba solo reservado para hombres. Era original de Guanajay y asumió la prostitución como manera de vida bajo el apodo de "Macorina" pero su nombre de pila fue María Calvo Nadarse. Los hombres cruzaban las calles detrás de ella por su belleza, constituia un escándalo en la época y frecuentaba la esquina de Louvre y los mejores hoteles de la ciudad.
Un danzón que canto Abelardo Barroso, la volvió inmortal: "Ponme la mano aquí/ Macorina pon, / Pon Macorina, pon...pon, su autor fue Alfonso Camín (1890-1982), un asturiano que llegó a La Habana con quince años y que después de sobrevivir gracias a múltiples y variados empleos (desde machetero hasta dependiente y vendedor) llegó a ser redactor del Diario de la Marina, periódico que incluso lo envió como reportero de guerra a Europa cuando la Primera Guerra Mundial. Fue un prolífico autor de agitada vida que publicó muchas obras pero completamente ignorado por los escritores cubanos. A mediados de los años cincuenta se marchó definitivamente a México. Pero Alfonso Camín no ha pasado a la posteridad por sus numerosas obras sino por la letra de La Macorina. Macorina fue amante de muchos políticos y personas de negocios y manejaba los mejores carros de la época, tenía 9 carros. Una vez entrada en la vejez vende todas sus propiedades y dona el dinero a la parroquia de Guanajay. Se cuenta que tuvo un accidente en el que quedo afectada de un pies y que el conductor que estaba embriagado le regalo un carro en recompensa por su error. Muere a los 85 años, el 15 de Junio de 1977 y su cadáver es expuesto en la funeraria de Zanja. Pidió que el día de su muerte le pusiera el vestido amarillo y que no le dijera a nadie que era La Macorina.
Armando Valdés, un anciano que la conoció dijo:
—Era la hembra más celebrada de toda la ciudad —La recuerdo entrada en carnes, ojos claros y de un trato exquisito. Se decía que sus padres la habían abandonado y que ella se había entregado al negocio del amor. Cojeaba ligeramente debido a un accidente, pero era una de las mujeres más hermosas que jamás haya visto.
La Macorina, en 1958, dio una entrevista a Guillermo Villarronda de la revista Bohemia, aquí les dejamos algunas de las preguntas y respuestas:
—Macorina, ¿cómo fueron tu niñez y adolescencia?
—Nací en l892 en el seno de una familia bien, como se decía entonces... Vivíamos en un pueblo en las afueras de La Habana. La primavera en el campo embriaga. Yo tenía 15 años y la sentía en la piel, en los ojos, en el alma. La primavera me empujó a escapar de casa con un hombre que prometió amarme por siempre. Mis padres intentaron que regresara, pero seguí en La Habana con mi primer y único amor, aquél que recordaré hasta mi muerte. El apenas podía garantizar nuestra seguridad económica. Un día apareció una mujer que dijo saber la forma en que podíamos vivir lujosamente. Yo accedí y con ese tremendo error comenzó una etapa de mi vida que dio origen al mote, al danzón y al son que tanto odio.
—Por cierto, Macorina, ese sobrenombre...
—Fue así de sencillo: en La Habana de entonces había una popular cupletista a quien llamaban La Fornarina. Una noche me paseaba por una de las calles más populares de la ciudad, cuando un borrachín, confundiéndome con ella y pensando que su nombre era Macorina, comenzó a llamarme a grandes voces. La gente celebró el suceso con risotadas y a partir de ese momento me endilgó ese nombre. Hace 25 años reniego de él.
—Tienes una manera muy elegante de hablar, María...
—Recuerda que alterné con lo más selecto de la sociedad habanera...
— ¿Cómo te afectó la crisis de los años 30?
— Mi estrella comenzó a declinar. Vendí mis nueve autos, mis cuatro mansiones, mis vestidos, joyas, pieles... Los que antes me adulaban, ahora volvían la cara.
— ¿Te reprochabas algo de manera especial?
—Durante toda mi vida tuve una ilusión: llenar un avión con muñecas y repartirlas entre todas las niñas de Cuba. A veces, en medio de una fiesta y rodeada de admiradores, mi pensamiento volaba hacia aquel avión cargado de muñecas.
— ¿Eres feliz?
—Siempre he sido feliz y desgraciada al mismo tiempo, como ahora. Hoy no tengo ilusiones, pero sí paz. Vivo acompañada en soledad..
Fernando Hernández Benítez quien era jefe de sección del cementerio de Colón en la época en que falleció,
dijo:
—Este es el panteón donde fue enterrada quien se hacía llamar María Calvo, pero cuyo verdadero nombre era María Constancia Caraza Valdés, según consta en los libros del cementerio. Cuando el 16 de junio de 1977 fue enterrada, no hubo danzón, ni son, ni se dijo que se trataba de La Macorina. Posteriormente, el 4 de agosto de 1986, su cadáver fue exhumado y los restos trasladados a un osario.
Sin embargo, La Macorina no se ha ido del todo. Su fantasma curvilíneo anda y desanda la ciudad, y a veces, negligentemente tendida sobre una desgastada piel de armiño, dormita sobre el malecón habanero.

Ad Guerra

Cancion Interpretada por Chavela Vargas (Macorina)
Cancion (Macorina) por Abelardo Barroso

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.