domingo, 3 de mayo de 2009
Casa de Occidente
Frente a mi casa de occidente
donde nada es real
ni la paz ni la luz que cuento,
se detienen los trenes en la noche,
atormentados hombres viajan en busca de una flor
o en busca de algo sencillamente vivo.
Frente a mi casa de occidente
vienen los suicidas a posar para la prensa su último desnudo,
danzan al compás de diabólica música,
chillan de gozo bajo las máquinas que van ciegas hacia la bruma,
mañana la ciudad es noticia,
la nebulosa esperma de fama crece,
los soñadores se acuestan en las calles,
la música ahuyenta los insectos,
los pájaros del parque,
los ancianos trémulos se aferran a sus estampillas,
los cementerios, los puentes o cualquier lugar
por donde pueda entrar la buenaventura
o la muerte disfrazada de benévolo ángel del suicidio.
Nada retorna a su origen, ni tu país ni el sueño,
ni esta ciudad será mañana ciertamente la noticia
aunque me tienda en los rieles a esperar paciente
la acerada máquina del sueño.
Finísima red es la que atrapa la niebla del sueño
y a los cuerpos que van sin aparente rumbo,
que emiten sexuales S.O.S,
que adjuntan fotos a los postes del alumbrado
o se encadenan a los autos policiales,
caras jóvenes colgando de la cuerda de humo de la marihuana.
Desde mi soledad, yo péndulo estático,
los miro con cierto asombro,
los escucho sin entender palabra alguna,
veo la falsedad del ovejero acomodado en su flauta
siempre confiado en el retorno de la magistral oveja guía,
veo venir un tiempo en que intentando buscar la libertad
avanzarán a través de la noche
despertando en cárceles repletas
de locos buscadores del eléctrico alba,
que después del alba buscarán la noche con premura
para esconderse en el llanto de sus aposentos
clamando por una intoxicación definitiva,
los veo retorcerse por los alargados manicomios del alma
vomitar sobre las tumbas,
tambalearse sin encontrar una puerta que se abra
un agujero que los entierre
y así de muertos volver al consecutivo círculo
de la vida y la muerte
y de la nada que es contar los pasos que faltan
para que se los trague la deseada boca del abismo.
Puesto estaba yo antes de nacer como un péndulo
en el equilibrio ciego del tiempo,
como Dios indeciso
o como un hombre que no ha nacido nunca
pero puesto a mirar su nacimiento
desde el enfermo vientre de América,
y estaba América bajo la cegadora luz de la pobreza
que iba alumbrándole los minuciosos huesos,
y vi en las puertas de las cárceles
a carceleros perseguidos de la noche a la noche
por incesantes gemidos de mujer,
que para silenciar sus alucinaciones
se disparaban en el cráneo
y seguían gritándoles de lejos o riendo
hasta apagárseles la tormentosa maquinaria del pensamiento.
Que amontonaron innumerable basura humana
para la hoguera celestial del ascenso de sus almas
o se lanzaron de los altísimos puentes de la imaginación
hacia el vacío real del tiempo,
que creyeron haber muerto
y ningún ángel o demonio se prestó a conducirlos
por el presunto camino que hay de América al cielo.
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buen poema, eres unico.
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